Tener en casa cachorros recién nacidos, ya sean de lomito o de michi, supone siempre una gran expectación y alegría, pero, también, numerosas dudas. Los vemos tan frágiles que necesitamos estar seguros de que reciben los mejores cuidados.
¿Puedo agarrar a los lomitos recién nacidos?
Si es malo tomar a los cachorros recién nacidos o no, carece de una única respuesta. Agarrar a los lomitos recién nacidos no es malo, pero hay matices. Por ejemplo:
Mamá desconocida: no es buena idea intentar agarrar a los pequeños de una mamá desconocida. Ella, como madre que protege a sus crías, nos lo intentará impedir y, además, le estaremos causando un estrés innecesario tanto a ella como a su camada.
¿Es necesario hacerlo?: por otra parte, el principio que nos debe regir siempre es el del bienestar animal. Ningún lomito es un juguete, pero mucho menos lo son los cachorros recién nacidos. Son tan vulnerables que cualquier mal manejo los puede llevar a la muerte en cuestión de horas. Por eso, más que preguntarnos si podemos o no agarrar a los recién nacidos, el interrogante está en por qué y para qué.
Si en ese momento están con la madre: los cachorros que están con una madre no deben tomarse en brazos. Estos pequeños son incapaces de regular su temperatura y adquieren la del lugar en el que se encuentren. Sacarlos del calor que les proporciona su madre y sus hermanos puede llevarlos a un enfriamiento preocupante. Ya habrá tiempo, cuando con unas tres semanas comiencen a desplazarse solos, para interactuar con ellos.
Así, por muy adorables que nos resulten, solo hay que manipularlos si observamos que alguno no está bien o, por supuesto, si son huérfanos. E incluso en este caso hay que seguir unas pautas de cuidados.
Aunque no es malo tomar a los cachorros recién nacidos en determinadas condiciones, tampoco podemos hacerlo de cualquier manera. Lo primero que debemos de tener en cuenta, es que nuestras manos no pueden estar frías. Después, podemos sujetar a los recién nacidos abriendo la mano y rodeando su cuerpo con el dedo pulgar en un costado, entre la pata delantera y la trasera, y el resto de los dedos en el costado opuesto. Esta manipulación es la más utilizada para mover a los cachorros, si es necesario.
En cambio, para sostenerlos, es más habitual pasar la mano bajo su vientre, con uno o dos dedos entre sus patas delanteras. En esta postura es como se les da el biberón a los recién nacidos huérfanos.
Si tan solo queremos acariciarlos, también debemos preguntarnos para qué o por qué. Si necesitamos controlar el estado del pequeño, podemos ponerle una mano encima para notar su temperatura. Si dudamos, aunque sean pequeños, es posible ponerles, con sumo cuidado, un termómetro, lubricando la punta e introduciéndola en el ano. Estas maniobras, así como cualquier otra, es mejor realizarlas sin apartar al cachorro de su madre, salvo que esta se ponga muy nerviosa y sea imprescindible examinar a su cría.
Aunque no sea malo agarrar a los cachorros recién nacidos, es indispensable seguir unas pautas para su correcto cuidado. En el caso de que se encuentren con su madre, no debemos hacer nada más que observar que todos comen y crecen. Nos limitaremos a mirar a la familia y a proporcionarles un lugar limpio y caliente, además de ofrecerle a la madre comida adecuada para esta etapa de grandes requerimientos y agua a libre disposición.
Cuando los recién nacidos son huérfanos es básico para su supervivencia alimentarlos con frecuencia con una leche formulada específicamente para cachorros. También es vital proporcionarles calor. Estos pequeños necesitan que los estimulemos para orinar y defecar. Esto lo haremos pasando una gasa o algodón humedecido por la zona genital justo después de cada toma. De esta manera simulamos la lengua de su madre, que es la que se encarga de este aseo.
Hay que vigilar el ombligo, que cae hacia la semana de vida, para evitar infecciones. También los ojos, que estarán cerrados unos 7-8 días. Una inflamación en ellos, cuando aún no están abiertos, puede indicar una infección ocular y necesitará tratamiento veterinario. Este profesional será el encargado de resolvernos todas las dudas y a él debemos acudir si surge algún problema.
Por último, los cachorros deben mantenerse juntos un mínimo de ocho semanas. La primera etapa de su vida constituye un período muy sensible y es importante que socialice con sus congéneres para prevenir problemas de comportamiento en el futuro.