La desungulación en los michis consiste en una intervención quirúrgica realizada bajo anestesia general, que tiene como objetivo la amputación de la última falange de los dedos. Al contrario de lo que muchas personas piensan, esta cirugía no extrae solo las uñas del gato, sino que también conlleva a una mutilación de sus patas, teniendo un impacto muy negativo en la salud física y mental de los gatos.
Los dedos de los michis están compuestos por tres huesos (falanges) y dos articulaciones que se localizan entre ellos para protegerlos del desgaste generado por el roce producido durante los movimientos. También encontramos los nervios y vasos sanguíneos que permiten la sensibilidad y la correcta oxigenación de los tejidos de sus patas.
Sus uñas nacen a partir del último hueso o falange y cuentan con un impresionante sistema retráctil, que permite al michi recoger sus garras y solo dejarlas expuestas cuando sea realmente necesario.
Se trata de una mutilación completamente innecesaria que no solo conlleva a una recuperación incómoda y dolorosa, sino que también impacta negativamente en los michis a nivel físico y emocional.
Hablando específicamente de las uñas, no está de más decir que son claves para el bienestar de tu michi y componen su forma de ser.
Tras la desungulación, muchos felinos recaen en una rutina sedentaria, ya que no pueden arañar o trepar, además de verse incapacitados para moverse, correr y saltar con la misma seguridad y equilibrio, gracias a la ausencia de sus garras.
El sedentarismo en los michis trae consecuencias muy negativas para su salud física y mental. Un michi que no hace ejercicios físicos regularmente puede subir de peso rápidamente, quedando más vulnerable a los riesgos y enfermedades asociadas a la obesidad en los gatos. Además, una deficiente estimulación física y mental puede conllevar a problemas de comportamiento, como la destructividad o la agresividad, así como provocar síntomas de estrés y depresión.