Es importante saber que la actividad de un michi va a estar relacionada con su edad.Así, de cachorro será fácil observarlo jugando con cualquier objeto susceptible de ser atrapado, mordido o golpeado. Tampoco es extraño que corra o salte a grandes velocidades, trepe a alturas considerables o incluso escale por la pared. Esta intensa actividad es completamente normal en un michi de corta edad y es muestra de su salud. Es en esta etapa en la que debemos sentar las bases del juego «seguro», esto es, desviando su atención si pretende jugar a morder nuestros dedos o atrapar nuestros pies y ofreciéndole una gama adecuada de juguetes.
Una pelota de papel de aluminio o una linterna para hacer luces contra una pared pueden asegurarnos horas de entretenimiento. Así mismo, es muy importante ofrecerle un entorno seguro, teniendo en cuenta su gusto por las alturas y su habilidad para esconderse en los lugares más insospechados y recónditos. Por ello, debemos examinar nuestro hogar con «ojos de gato» para eliminar cualquier peligro o reducirlo, como, por ejemplo, usando mosquiteras para ventanas y balcones.
Una vez pasados los primeros años de vida, observaremos que, en un buen número de michis, la actividad desaforada y las horas de juego decrecen, aunque este aspecto va a depender, también, del carácter propio del minino, que será más o menos juguetón y activo.
Hacia el final de su vida, generalmente en torno a los diez años, observaremos que nuestro michi pasa casi la totalidad de su tiempo durmiendo y descansando, dejando relegado el juego a momentos muy puntuales. Todos los michis, incluso los mayores, pasan con más o menos frecuencia por lo que podríamos denominar la «hora loca felina», fácilmente reconocible porque el, de pronto y sin necesidad de estímulo real, adopta una postura de ataque, con el pelo del lomo erizado y andando de lado, a saltos.
Suelen salir disparados corriendo en una dirección que solo ellos conocen. Tras unos minutos de carrera loca vuelven a un estado de calma como si nada hubiese sucedido. Esta situación es completamente normal y no supone ningún motivo de alarma por hiperactividad, de modo que tampoco debe causar preocupación la actividad, aunque elevada, de los mininos.
Sin embargo, cuando afecta a la vida normal del michi y le produce ansiedad o estrés es el momento de buscar ayuda profesional. Serían mininos intranquilos, que no pueden estar quietos e incluso maúllan en exceso o causan destrozos en el mobiliario debido a su actividad constante.
Lo primero, como siempre, es descartar una patología de origen físico, es decir, hay que acudir al veterinario para una revisión, especialmente si la hiperactividad surge de repente, habiendo sido el michi tranquilo hasta el momento, y se acompaña de pérdida de peso, aunque aumente la ingesta de agua y comida.
Es sabido que trastornos de la glándula tiroides (hipertiroidismo) pueden provocar una actividad exagerada, de forma que el michi presenta dificultades para permanecer quieto. El diagnóstico se realiza por palpación de la glándula en el cuello (estará agrandada) y/o midiendo las hormonas tiroideas a través de una analítica de sangre.
Mientras esperamos el consejo profesional por parte de un etólogo, de ser necesario, podemos implementar las siguientes medidas con el objetivo de canalizar la energía y así calmar a nuestro minino hiperactivo:
Enriquecimiento del ambiente: podemos preparar nuestra casa para que se convierta en un reto para nuestro michi, incluyendo juguetes en los que deberá cazar su comida. Rascadores de varias alturas, hamacas, estanterías, hierba gatera o incluso, si es posible, el acceso a un exterior controlado y seguro, pueden reconducir la hiperactividad de nuestro michi.
Saber parar y decirle que «no» cuando, por ejemplo, su actividad resulta dañina para nosotros, en forma de arañazos o mordiscos. En estos casos, no debemos reñir ni, muchísimo menos, golpearlo, tan solo tenemos que reconducir su actividad hacia otro objeto. En este sentido también es importante que aprendamos a reconocer las señales de que nuestro michi está molesto con nuestro contacto o desea terminar ya el juego. Insistir puede provocar su reacción brusca. Por otra parte, las sesiones de caricias relajantes pueden ser un buen calmante para algunos mininos hiperactivos, teniendo la precaución de parar si sentimos que se están sobre estimulando.
El dilema de otro animal en casa para que se hagan compañía. En ocasiones, es muy beneficioso para un gato contar con la compañía de otro ejemplar de su especie o incluso con la de un lomito. Y, aunque es cierto que el juego entre ellos puede ayudar a un michi hiperactivo, podemos vernos, en la realidad, con dos problemas en lugar de uno. Antes de tomar esta importante decisión hay que saber que no todos los mininos toleran la compañía y que lo normal es que se necesite un tiempo, más o menos largo, de adaptación entre ambos. Es básico que los michis tengan la misma energía para no agravar el problema.
Flores de Bach, podrían probarse en estos casos según las pautas marcadas por el veterinario especializado o el terapeuta floral, siempre tras una revisión del michi.
Feromonas, que son sustancias que segregan los mininos de manera natural y les resultan tranquilizadoras. Ejercen, por lo tanto, un efecto calmante en los casos en los que se prescriban. Pueden pulverizarse o emplearse en difusor.
Medicación, si estamos ante un caso muy grave es posible emplear fármacos como ansiolíticos que siempre tienen que ser necesariamente prescritos por un veterinario.